Mamma Mia! (2008)

TITULO EN CASTELLANO:
DIRECTOR: Phillida Lloyd
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Chillona, hortera, casposa, retro... todos ellos son términos más que adecuados para describir la película que propone la debutante (en cines) Phyllida Lloyd, adaptación a la gran pantalla de la famosa obra teatral que hace pocos años rompía récords de audiencia allá donde se estrenaba. Y todos ellos, además, perceptibles de sopetón nada más apagarse las luces de la sala, para horror de los más incrédulos (entre los que, reconozco, me encontraba).
Montajes pasadísimos de rosca y de moda sirven para presentar rápidamente el argumento, y de hecho desvelarlo en un 90%, a ritmo de marchosas canciones como "I Have a Dream", "Honey, Honey" o "Money, Money, Money". Por tanto, los primeros compases de "Mamma Mia!" están destinados a avisar al espectador más reticente de que una de dos: o abandona la sala lo más rápido posible, o se baja del burro y se deja llevar por un espectáculo tan chirriante como, para qué engañarnos, ameno y la mar de simpático.
Porque sí, lo reconozco, a los 10 minutos de película yo ya había abandonado todo prejuicio, y me había unido a la fiesta en una comunión perfecta de risas, música, y buen rollo en general. Y es que poco importa que las coreografías de los números musicales sean prácticamente inexistentes, así como las dotes para la canción de muchos de sus actores. Tampoco molesta la evidente falta de experiencia cinematográfica de Lloyd, que hace de su película un producto más impersonal de lo que debería ser. Es todo tan exageradamente inofensivo y despreocupado, tan divertido, onírico y deliberadamente hortera, que si se es capaz de entrar en su juego puede llegar a ser de lo más disfrutable. Al menos, durante un rato.
Inevitablemente, tras la explosión inicial la gracia comienza a decaer poco a poco, al tiempo que se va destapando que, efectivamente, el guión de "Mamma Mia!" no tiene absolutamente nada de interés y se limita a ser una mera excusa para un nuevo espectáculo sonoro. Y si además el espectador no es un verdadero forofo del grupo sueco, se encontrará con momentos más bien aburridos de baladas sin demasiada garra que no hacen sino entorpecer el ritmo de la película.
Por supuesto, todas estas sensaciones desaparecen en su conclusión, que por muy torpe y sabida que sea, se vuelve a apoderar de los grandes y universales himnos del grupo, sirviendo un colofón final tan salido de madre como el comienzo de la película, es decir, absolutamente perfecto. Tanto, por cierto, como los títulos de crédito final, en los que la tentación de levantarse de la butaca y ponerse a bailar se hace realmente difícil de reprimir.
La misma sensación de irregularidad se encuentra en su reparto, curioso y globalmente acertado aunque con algunos peros.
Así las cosas, "Mamma Mia!" no es un musical redondo, ni mucho menos. Su historia está tan descompensada que por mucho que se quiera hacer la vista gorda resulta imposible no reconocer que en más de una ocasión resulta literalmente aburrida. Sin embargo, la sensación global es la de una auténtica fiesta, un viaje a una Grecia (fantástico lugar en el que transcurre toda la acción) de ensueño, en la que el tiempo parece haberse detenido en una paradisíaca reivindicación de una época dorada (y por dorada me refiero a plagada de lentejuelas y brillos de ojo).
Obvio, huyan de ella si no les gusta este estilo de música, y de vida, a fin de cuentas.
PUNTUACIÓN: 6/10

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