The X-files, I want to believe

TITULO EN CASTELLANO: X-Files creer es la clave
DIRECTOR: Chris Carter
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En 1993 el ahora prestigioso Chris Carter estrenaba la primera temporada de una de las series más famosas de la historia de la televisión; provocadora, con total seguridad como ninguna otra, de fanatismos, estudios, paranoias, adhesiones, perplejidades, inspiraciones… y seguida por millones de fieles que creían en muchas historias que allí se contaban.
Los agentes Mulder (que se creía todo lo que veía, y lo que no veía) y Scully (que no se creía casi nada a no ser que le diera en la cara) eran toda la unidad del FBI de los llamados expedientes X: aquellos sobre los que, por su naturaleza extraña o directamente paranormal, el cuerpo nunca admitiría tener conocimiento.Un departamento secreto y una pareja con mucha química, que viviría durante unos cuantos años todo tipo de aventuras, desde las más siniestras, hasta las más conspiratorias y alguna que otra bufonesca. En 1998, en plena fiebre por los X-Files, tuvo lugar la primera película sobre estos personajes y sus paranoicas vicisitudes. Resultó un mediano éxito de público e inició la decadencia de la serie. No era un gran relato, pese a disfrutar de una magnífica factura, y sus no pocas virtudes no se elevaban demasiado sobre sus defectos
Finiquitada la serie, Carter ha estado más que dispuesto en resucitar su más querido hijo con una nueva cinta que para muchos es una conclusión de todo lo que significó la serie, y para ello se ha puesto personalmente al mando de la dirección de la película, debutando por tanto en la puesta en escena para cine. Y los resultados son, claramente y sin tapujos, muy superiores a los de la anterior película (si bien desde aquí afirmamos que no han terminado de contar la historia), y esto por varias razones.En primer lugar, todo lo que en la primera película era confusión y arbitrariedad y momentos de firmeza aislados, aquí es firmeza y consistencia casi en todo el relato, si bien existen momentos de desfallecimiento que hacen balancearse en el abismo a esta ficción, pero que rápidamente se convierten en hallazgos y en indicios de gran convicción (y de convicción va la cosa) que le hacen recuperarse, hasta un tercio final ciertamente muy logrado, de gran tensión, ingenio y suspense.En segundo lugar, todo lo que en la primera película era luz veraniega y cierto tedio, aquí es una atmósfera nevada y gélida realmente muy conseguida, muy lograda, que pone al espectador un nudo en la garganta mientras la está visionando, la está disfrutando, y una sensación de peripecia apasionante cuando se recuerda lo visionado. Porque esta cinta es mucho más siniestra y humilde que la primera, pero realmente de más calado y mayor amplitud emocional.
Porque en tercer lugar de las emociones habla esta película, más que nunca antes en X-Files. Del corazón de sus personajes, de sus búsquedas, sus flaquezas, sus miedos y sus desafíos al destino. No es este un relato sobre la fé propiamente dicha, sino sobre la convicción, sobre ese sentimiento, o mejor dicho zarpazo, que te empuja a seguir adelante cuando todo parece perdido o cuando la oscuridad parece tan negra que no hay motivo para seguir caminando. Y sin embargo das un paso, o muchos pasos más.Nunca antes hemos asistido a un retrato tan nítido y coherente de los impulsos y deseos de estos personajes, de sus anhelos más vitales. Y de eso se alimenta la película, aunque en ese afán haya momentos menos conseguidos, que impidan convertirse a este filme en algo verdaderamente grande.A estas alturas X-Files es más un icono, una forma de entender el suspense, que otra cosa. Es un estilo, una abstracción. A fin de cuentas poco importan esos desmayos de la tensión a los que antes aludíamos, e incluso poco importa que no encontremos las respuestas finales que llevamos, o lleva Mulder, buscando desde el principio.Chris Carter es un maestro a la hora de plantear interrogantes paranoides, de armar una imaginería con el sólo propósito de hacernos erizar la piel. Aquí, más que nunca, la serenidad y la clarividencia hacen acto de presencia, pero también lo siniestro, lo oscuro. Le dice Scully a Mulder: ‘no quiero volver a escudriñar más la oscuridad’. Y es que ahí está la película, en esa oscuridad a la que alude una sorprendentemente magnífica Gillian Anderson. Mulder es el único que puede atravesar esa oscuridad, en su interminable, narcisista y redentora búsqueda de la respuesta final.Es necesaria una tercera, y seguramente última, película. Para concluir y trascender definitivamente los postulados filosóficos e ideológicos de una saga de la influencia de esta. Aquí olvidamos todo elemento extraterrestre en favor de una lúcida indagación en el corazón de los personajes. Nos resta conocer si sus peripecias encuentran el sentido a su existencia.
PUNTUACIÓN: 7.5/10

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